Desde el punto de vista técnico, un buen vino es aquel que cumple con los parámetros establecidos por la ley o por los estándares de calidad, y que carece de otro tipo de defectos.
Será el enólogo quien fije el estándar de calidad de la producción de una bodega y lo garantice año a año. No obstante, las normas evolucionan y dan paso a prácticas enológicas nuevas, a la incorporación de nuevas variedades o a diferentes porcentajes de mezcla. En ese sentido, un buen vino de hoy no es lo mismo que un buen vino de ayer ni será lo mismo que un buen vino de mañana.
Desde el punto de vista del mercado, un vino es bueno cuando posee una relación óptima entre la calidad percibida y el precio de adquisición. Ahora bien, el criterio del consumidor está en constante evolución, porque éste está aprendiendo a la misma velocidad con la que se desarrolla el mercado. Además, ese criterio del consumidor está fuertemente estimulado por un factor social: la opinión.
El valor del vino no es algo estable, por tanto, requiere actualizarse de continuo y sólo un serio trabajo de enomarketing generará la necesaria percepción de valor por parte del consumidor.